sábado, 29 de agosto de 2009

Pasto Ventura

El descenso dejó de ser pronunciado y tras una de las tantas curvas, apareció la Sierra Laguna Blanca a la distancia, y la imponente vista de su nevado de 5963 metros. El desvío hacia la Reserva de la Biosfera Laguna Blanca ( km. 130) nos tentó, pero decidimos que la meta seguía siendo El Peñon. Darnos cuenta de la precariedad de la vieja ruta, nos obligaba a meditar sobre los contratiempos que tenían que afrontar los que antiguamente transitaban por aquí.











Superamos el Portezuelo de Pasto Ventura (km. 180), la vega se encuentra a 4000 sobre el nivel del mar. Avistamos La lagunita, y encaramos otra trepada.





La Puna nos tenía reservada una sorpresa: un grupo de pequeñas llamas dándonos la bienvenida. ¡Insuperable!. Estábamos ya en la entrada Sur de La Puna.


Finalmente, una mancha blanca a nuestra derecha (al Este), nos puso sobre aviso de que estábamos pasando frente a la entrada del campo de Piedra Pómez (ya contaremos sobre esos extraños paisajes calcáreos, sobre los regalos visuales que allí nos ofreció la naturaleza, y de cómo nos perdimos en el desierto, camino a Fiambalá).



Ahora sí. Por fin. El cartel no nos daba lugar a dudas. El Peñón estaba cerca.

lunes, 17 de agosto de 2009

Cuesta de Randolfo

Hasta aquí habíamos sido sorprendidos por la lindura de Corral Quemado, el cruce por el angosto valle hacia el norte hasta Villavil (a 75 km.); el cruce por el bravo/manso río, según haya llovido o no; comprar pan "casero" y comerlo teniendo a la vista ranchos construidos con piedra y adobe. Nos lamentamos de no poder, esta vez, darnos un baño en sus aguas termales; seguimos por la Cuesta de Indalecio Pachado, un vecino; vimos un salto de agua del Villavil, de 10 metros de altura antes de llegar a El Bolsón; y pasamos por Barranca Larga, las verdes vegas y Los Nacimientos de San Antonio (Km. 95).


Pero recién aquí nos dimos cuenta que elviaje, no había comenzado.
La quebrada de Randolfo tiene una cuesta del mismo nombre, que es sencillamente imponente. En esta cuesta se asciende por arriba de los 3000 metros, por un camino en zigzag, desde donde se aprecia la sierra del Cajón al sur, y la sierra Laguna Blanca.
Encontrarnos con enormes dunas de arena, fue ya un regalo.


Como habíamos decidido llegar a El Peñon siguiendo al camión de la municipalidad, no nos detuvimos pero nos juramentamos volver para deslizarnos en esas arenas que parecían extrañas sin un mar cercano. La aridez se acentuaba. Sabíamos que estábamos en el portal de la puna.

El descenso, curvas y curvas hasta llegar a una depresión por donde la ruta se extiende por 130 km.

sábado, 15 de agosto de 2009

Barranca Larga

Pegados al camión de la Municipalidad de Antofagasta de la Sierra para asegurarnos un piso firme en los "barritos", que nos anticipara el maestro Carrizo, comenzamos a trepar cruzando ríos, descubriendo valles, pasando de cielos tenebrosos a cielos diáfanos, y cruzando ríos.










Encontramos paredones que sólo podrían ser sorteados por titanes, barrancas largas y profundas que nos llevaron a gozar la naturaleza de manera, incluso imprudente... pero que felicidad.










Sabíamos que a cada recodo, el paisaje nos sorprendería. No podíamos evitar sentir que éramos viajeros en tierras desconocidas, cruzando ríos que a veces, parecían esconder su potencial para sorprendernos en cualquier instante.

Pero más allá de sabernos intrépidos aventureros, no perdíamos de vista el camión que nos guiaba (por las dudas). Cuesta de Randolfo,... ¡allí íbamos!

sábado, 8 de agosto de 2009

Villavil


Comenzamos a transitar el camino por la ruta 43 luego de superar El Eje, y unos 20 km. después, pasamos por la Puerta de Corral Quemado. Nuestro primer llamado de atención sobre los problemas a enfrentarnos estaba a tan sólo 6 km.. Tuvimos que esperar mejores condiciones de cruce sobre el río que está en la entrada de Villavil.

No tuvimos dudas en que debíamos esperar. Por delante nuestro, un camión de la Municipalidad de Antofagasta también esperaba, ...y pensamos en que ellos debían saber por qué no cruzaban. La máquina que nos abriría el camino no tardó en llegar (tuvimos suerte), y mostrarnos que lo que parecía un cursito de agua, era en realidad una trampa que podía ser mortal dada las piedras que movía. En la espera, conocimos al maestro Carrizo, un tipazo al que daremos a conocer más adelante.
Cruzamos el río, comparamos algo para comer en el camino en la Villa, y seguimos viaje tras el camión de la Municipalidad. El paisaje comenzaba a ser emocionante, barrancos, colores de todo tipo, y un salto de agua que desconcentró hasta al celoso conductor.

Por suerte, alcanzamos un nuevo punto llano y descubrimos lo que era una vega, una zona con aguadas y pasturas que se explota comunitariamente entre los que poseen rebaños -todos- en la zona.

El maestro Carrizo, nos había advertido que en el camino tendríamos que manejar sobre "unos barritos". No nos dijo que esos barritos serían kilometrales, y mejor aún, no nos advirtió que al lado de esos barritos, había un precipicio. Fantástico. El conductor, Miguel Ángel, se lució, mientras nosotros, ya viajeros en la Puna, cortábamos clavos y nos reíamos, de puro susto.