Esa noche, cenamos con el maestro Mario y con el guía, quien resultó llamarse Rolando Felix Liquin. Su historia es la de muchos, su talento es de pocos. Como casi todos los chicos, acompañaba arreos a través de la puna... y así conoció sus caminos, y sus secretos. Cuando los cambios globales impactaron en la región, vió que podía ser útil a los viajeros y aprovechar su experiencia para ser el guía que desde la puerta puneña, mostrara sus tesoros, hiciera respetar su cultura.Cuando Noelia se enteró que ibamos a cenar un guiso con carne de llama, prefirió comer duraznos enlatados, y a dormir.


Por la mañana, nos sacamos fotos con los chicos del jardín de infantes y de la Escuela Nº 142, Policia Federal Argentina. Nos impacto ver a unos cuantos burros, "estacionados" en una calle lateral de la escuela, esperando con paciencia que los chicos cumplieran su jornada escolar.
La tarde anterior, pretendiendo aprovechar la luz, intentamos acercarnos al campo de piedra pómez. Nos habían advertido que a la tarde, el viento levanta la arena volcánica y no es conveniente transitar esos parajes sin una preparación de ruta y equipo de autorescate (por la arena). Igual nos metimos y nos llamó la atención una elevación que siempre estaba tapada por las nubes, bueno, eso creíamos hasta que Miguel Àngel si dió cuenta que no había nubes en el cielo. En la puna, el sol desaparece temprano aunque la luz sigue presente; cuando vimos a lo lejos que se formaban trombas de arena, emprendimos la retirada (digo, el regreso).
Cargamos un termo con té de purpusa para no apunarnos, aseguramos los petates y comenzamos a despedirnos. Pasada la media mañana emprendimos con mucho pesar, el descenso por la ruta 43. El paisaje volvía a sorprendernos, pero no hicimos paradas.Somos viajeros.



estuvo buena la clase de hoy profe ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡michelle
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