lunes, 18 de abril de 2011

¡Gracias!

A todos quienes nos acompañaron en este viaje, nuestros más profundos agradecimientos. Las dos mil seiscientas lecturas, que incluyen a casi trescientas visitas desde otros países, nos hablan de la generosidad de los blogueros, que además, nos han alentado con sus comentarios.
El blog pretendía contar nuestras aventuras en esta campaña en la puna, pèro finalmente incluimos todos los lugares por los que transitamos, todos bellos. Si los posteos sirvieron para despertar curiosidad por los paisajes de Argentina, fantástico. Si además, la información acompañada sirvió para ampliar nuestros conocimientos, mejor.
Para los que desean comenzar a viajar con los Ramirez, alentamos a que sigan el link
http://viajerosenlapuna.blogspot.com/2009/06/la-argentina-santiaguena.html
Si desean conocer cómo la pasamos en la Campaña a Catamarca, visítenos en www.viajerosencatamarca.blogspot.com
Los esperamos siempre en el Portal www.viajandoconramirez.blogspot.com

Nuevamente, muy agradecidos a todos las familias viajeras, material o espiritualmente viajeras.
Un cálido abrazo de toda la familia Ramirez.
Cordialmente
Juan Carlos (editor)

domingo, 10 de abril de 2011

¡Volveremos!


El río Desaguadero, al oeste de las Quijadas, provocó la llanura de inundación en donde crecen el chañar,zampa, romerillo, rosetilla o mata piedra,  verdolaga, algarrobo negro y retamos. Por allí es posible encontrar tortugas de tierra , matuasto, geko y algunas víboras y culebras. Pueden avistarse  loros barranqueros, el pepitero de collar y el chico, la monterita canela y la de collar, el hornero, la chuña chica, el caserote castaño y el verdón, además del ñandú y el cardenal amarillo, asi como el águila coronada y el águila mora, el cóndor y el halcón peregrino.Habitan el guanaco, pecaríes de collar, maras, pumas y especies como el quirquincho chico, conejo del palo y la laucha colilarga baya. Asimismo, en las zonas de médanos se ven pichi ciego y  tuco-tuco, además de gato montés, cuis chico y l conejo del palo, pericotes y el quirquincho, el gato moro y la rata vizcacha colorada. Completan burros y liebres europeas.
En el Parque Nacional Sierra de las Quijadas, donde se filmara "Un lugar en el mundo", hay un clima Árido Serrano, con temperaturas máximas de 24º y mínimas de 10º, con un promedio de humedad del 55 % y en donde predominan vientos del sudoeste. El relleno de la cuenca de Quijadas pudo haber durado unos 20 millones de años y se estima que sucedió entre los 120 y 100 años atrás, durante el período Cretácico de la era Mesozoica. La Formación La Cruz tiene intercalada una capa de lava que fluyó entre los 107 a 109 millones de años atrás, según el Dr. Marcelo Yrigoyen. Se puede observar un sitio con hornillos que parecen haber producido  cerámicas de color gris de paredes finas y detalles decorativos. En imposible no sentirse inmensamente felíz de estar frente a tanta belleza natural. No tengo la capacidad necesaria para trasmitir la emoción que me producen estos paisajes en donde no hace falta una imaginación mayor, para imaginarlo sin la presencia del hombre. O, como los huarpes y los pueblos que le precedieron, podían aquí, encontrar su lugar en el mundo.
La tarde nos corría, el Parque cerraba. Una última mirada y a emprender la vuelta. Por un par de kilómetros, permanecimos callados. Luego al tiempo, coincidimos: ¡Volveremos! A medida que devorabamos el camino de regreso, fue tomando cuerpo la idea de contar nuestrras bellezas naturales, desde la simpleza, desde la visión de una familia en viaje. Porque eso somos: Viajeros. Así nació la idea, la necesidad de crear este espacio: Viajando con los Ramirez
Salimos de San Luís, siempre admirando sus buenos caminos, su limpieza, su belleza. Atravesamos el sur de Cordoba, y viajamos toda la noche para llegar con las primeras horas del día, a nuestros hogares.
Cansados, exhaustos, felices, felices.

martes, 8 de marzo de 2011

Las Quijadas

Durante el siglo XIX y principios del XX estas sierras fueron refugio de bandidos que asaltaban las carretas que cubrían el tramo Buenos Aires - San Juan, y luego partían a la zona de Potrero de la Aguada, donde los laberintos rocosos les garantizaban esquivar la ley. Los bandoleros faenaban vacunos y lo primero en asar y comerse era la quijada. Por esta razón, los carteles de búsqueda ofrecían recompensa por la captura de los "gauchos de las quijadas" y pasaron a formar parte del folclore del lugar, de acuerdo a algunos relatos. Por el antiguo camino de los asaltantes, hoy pasa la Ruta Nacional Nº 147, uno de los límites del Parque Nacional, ubicado a 116 km de la ciudad de San Luis.
La Sierra de las Quijadas esta en la Cuenca de San Luis, mostrando rocas y sedimentos del Mesozoico y Cenozoico (unos 250 millones de años). Vista desde arriba con el Google Earth, presenta la forma de elipse, con eje norte-sur de 35 km. y uno este-oeste de 15 km.. Las sierras se elevaron a partir de los plegamientos andinos (25 millones de años), y la erosión por agua y viento generaron quebradas y valles como el de Potrero de la Aguada. El color rojo fue adquirido por la oxidación de los materiales.
Los descubrimientos paleontológicos de la Sierra de la Quijadas se remontan a 1937, en la formación El Jume. Se han hallado numerosas huellas de dinosaurios, abundantes restos de troncos y raíces petrificadas y algunas placas rocosas con pistas o galerías muy delgadas, que se presume fueron dejadas a partir de la acción excavadora de gusanos. Las primeras excavaciones fueron dirigidas por el Dr. Bonaparte en 1969 y 1970. En 1975 dieron a conocer el hallazgo de una nueva especie de reptil volador (pterosaurio Guiñazui), al cual bautizaron Puntanipterus globosus. Además, encontraron restos de sapos, plantas con flor, crustáceos de agua dulce y una intrincada serie de huellas o marcas dejadas en el fango por acción de los organismos que allí habitaban. El reptil volador Pterodaustro Guiñazui presenta un aparato dentario constituido por varios centenares de dientes finos y delgados que eran utilizados para filtrar alimentos de la laguna, quizás restos de los crustáceos recientemente encontrados o bien algún tipo de plancton. En los estratos de las lagunas se ha encontrado una gran cantidad de troncos y raíces petrificadas.

El agua y el viento excavaron Potrero de La Aguada, anfiteatro natural bordeado por acantilados de hasta 300 metros. Quisiera quedarme aqui, no hay LCD o LED HD que puedan poner frente a mis ojos, semejante panorámica.

sábado, 26 de febrero de 2011

Jachal

Hicimos rápidamente los 15 km. que nos separaban de Jachal, en donde cargamos combustible para nuestro vehículo pero también para nuestros cuerpos ya casi famélicos.
San Juan de la Frontera fue fundada por Juan Jufré en 1562, en el Valle del Tulúm, margen derecha del río Tucuma (hoy río San Juan). Jáchal, que significa río de las arboledas, fue administrada desde Chile y era paso entre Chile, Tucumán, Alto Perú y Córdoba, sin pasar por la ciudad de San Juan. En 1601 se levantó la Doctrina de San José, junto al río Jáchal, y la misión logró constituir el pueblo de San José de Jáchal y en 1748, un curato. El 25 de junio de 1751, Juan de Echegaray fundó la actual ciudad de San José de Jáchal, a cuarenta leguas al norte de San Juan de la Frontera. Según consta en el acta de fundación hizo convocar a todos los vecinos españoles, mestizos e indios de los pueblos de esta jurisdicción y fue obedecido y reconocido por todos por Justicia Mayor. (En Archivo Nacional de Chile, Acta de Fundación de San José de Jáchal, Sección Real Audiencia, Vol. 2907).
Visita obvia a la iglesia, nos desasnamos sobre la historia local, registramos que los rosarinos estamos en todos lados (ver placas), y posamos para nuestra historia familiar , luego nos pusimos en marcha.
En viaje, notamos como los sanjuaninos hacen caso omiso sobre las advertencias de no bañarse en las acequias,tanto personas como mascotas.
Ni intentamos seguir de largo cuando pasamos por puestos que nos seducieron con embutidos, quesillos, panecillos, tintillos, y también, claro, aceitunas, nueces y aceite de oliva.
Al pasar por el río, observamos las afamadas piedras bolas.
Presurosos, seguiamos a buen ritmo camino a San Luís y sus buenas rutas, óptimo alumbrados, limpios paseos, realidades que todo viajero reconoce.
Nuestro destino: Quebrada de las Quijadas.

sábado, 19 de febrero de 2011

La Boca de la Quebrada




Salimos del túnel con la certeza de haber encontrado el secreto paso hacia el Valle Encantado y esperábamos encontrarnos con Piecito y Petrie, o mejor aún, con los dinos del Valle de Gwangi, solo que no eramos cowboys sino viajeros en camioneta armados con cámaras digitales.
No pudimos apreciar especies exóticas pero nos encontramos con simpáticas cabras tomando sombra a la vera de un cauce casi seco, y tras atravesar el Valle de Pocholo llegamos a la Boca de la Quebrada y con ello, al embalse Los Cauquenes, a 1100 msnm.
Antes de seguir, advertimos un gran escudo trabajado sobre la ladera.
Ya sea porque el paisaje nos enloquecia, ya porque llevabamos muchas horas viajando, o quizás -y probablemente sea lo justo- los efectos de tener hambre, hicimos un concurso de panzas entre mi hermano Miguel Ángel, mi sobrino Ariel, y yo.

El Jurado, mi sobrina Noelia, todavía esta dudando de quién gano. ¡Jachal. Allí vamos!

jueves, 3 de febrero de 2011

Entre Sarmiento, Borges y Sábato

En no contadas ocasiones, mis amigos me reprochan que siempre les cuento y muestro piedras, arenas, caminos, soledades, y creo que esa es sólo una de las posibles miradas, la más parca, egoista incluso.
Cuando viajamos, vemos todo ello y mucho más, en su contexto natural. Cuando iniciabamos la aventura de contar, decíamos que una de nuestras intenciones era la de mirar desde donde pocos han mirado, y eso hacemos. El paisaje nos inicia con una paleta de colores con matices que no percibimos en los catálogos, desde balcones que no podrá ofrecernos edificio alguno. Pequeñas quebradas, hendijas, como las que conducen a Agua Hedionda, ríos que hoy se nos muestran mansos (suele ser así en febrero). Posibilidad de jugar en el paisaje, mientras ibamos hacía la Boca de la Quebrada.
De pronto, un cartel que nos pareció risueño, y otro que nos recordó al busto de Sarmiento, y allí su presencia, la escuela.
Si no hubiese sido porque acertamos en la encrucijada en donde los senderos se bifurcan, nunca hubíesemos encontrado esa boca enigmática, negra, profunda, tosca.
Un túnel a la espera de su Sábato

martes, 1 de febrero de 2011

Sanjuaninos

A pocos kms. nos despedimos de La Rioja, con temprana nostálgia, pasamos por el desvío hacia la minera mientras el Gualcamayo nos miraba dolido de tantas perforaciones/ trituraciones/ envenenamientos para muchos y oro para muy pocos.
Cruzamos algunos vados, vimos tramos de la antigua ruta por largos trechos paralela al camino que transitábamos, en tanto el paisaje tornaba a monótono cuando algo paso. La ruta 40 viraba a 90º al Este sobre el Huaco, mientras el rumbo que llevabamos ahora se llamaba ruta 49. Luego de cruzar el badén Huaco, la encrucijada. No esperabamos encontrarnos con una salida/ desvio que se nos ocurrió que era importante, ya que un policía estaba de guardia en una estación. Le preguntamos hacía adónde nos conducía el camino y si había algo importante en su recorrido. Impávido, el representante de San Juan nos dijo que tanto por la Ruta 40 como por el desvío se llegaba a Jáchal, y que el camino era más ríspido y sin nada interesante. Reunión familiar, y ... a ver lo no interesante.
Comenzamos a disfrutar algunas de las cosas que no eran de interés: geoformas con formas de silla (el sillón del Gigante), diquesito y cascaditas sobre el río Huaco, subidas y bajadas con cabritos por doquier, coloridos como los de Miranda, algunos tramos de la trepada fueron por cornisas angostas y caidas abruptas, etc.. Las sierras Huacos contagian alegría por sus coloridos verdes y bermellones (nada importante, todo hermoso).
Y allí estaba. El cartel iluminó mi rostro pero estoy seguro que a mis sobrinos les llamó la atención el que casi gritara: La Ciénaga; por lo que lógicamente tuve que explicar a continuación de qué se trataba. Pense en el policía caminero y su desconocimiento de lo que importa al turismo, o tal vez, sólo de lo poco que le importa a él.
La cuesta, los vallecitos, y a la vuelta de una curva: un mirador.
No nos extrañó encontrarnos con el Maestro Inmortal, estábamos en San Juan. Me pareció que hacía mucho sol y le ofrecí, irreverente, mi sombrero.
Sacamos fotos, estiramos las piernas, y nos brindamos un vistazo al paraíso.

sábado, 29 de enero de 2011

Capayanes

Los capayanes vivieron en Guandacol, eran de lengua Kakan, y fueron también llamados diaguitas por los invasores incas que les impusieron ese nombre quechua, cuando incorporaron la región al Tahuantinsuyu, en el 1480. Se levantaron contra los españoles, invasores en el 1607, y fueron vencidos en las dos ocasiones, en la década de 1630. Los libros afirman que se extinguieron a fines del S XVIII pero no pude convencer de ello (bah, tampoco lo intente) a nuestro guía, orgullosos descendiente de capayanes a través de su rama materna.
Fue don Castro quien nos llevó a un sitio en donde se encuentran aún los restos de cinco construcciones circulares de barro y adobe, que era como levantaban sus viviendas, generalmente bajo un árbol frondoso para que les sirviera de techo su ramaje. Cultivaban especialmente maíz y zapallo.
En el sitio, encontramos restos culturales en superficie. Los fragmentos de tiestos rescatados , que en ese sitio fueron estudiados oportunamente por Rex González, constan de algunos cantaros, pucos y ollas rústicas, con trazos de líneas gruesas en el exterior y en el interior. Los colores de fondo son rojos con decoraciones geométricas de signos en blanco y negro. Las piezas tienen distintos grosores y acabados de acuerdo a la funcion destinada. Encontramos restos de vasijas para contención de granos, ollas que mostraban sus tiznes, cacharros muy rústicos de producciones tardías. No faltó una vieja herradura de mula, lógico en un camino de rutas comerciales.
Llamó la atención de la mezcla en un radio muy estrecho, de piezas con engobe exterior y también de interior y exterior, junto a otras muy rústicas elaboradas con materiales de barrales diferentes a las rojas tierras de Guandacol (no olvidemos los colores de Los Colorados, Talampaya, etc.), lo que permite suponer un comercio activo incluso tardío. Había fragmentos de vasos o jarritas y cercana a una de las construcciones, siempre en superficie, piezas destinadas al culto y que habrían pertenecido a la nobleza/ jefatura local, dado la fineza de la pieza en su grosor y acabado.
No acostumbramos hacer intrusiones en sitio y no lo haríamos ahora, dado que unos cuantos pobladores seguían nuestros movimientos con atención, desde sus casas que estaban bajo árboles en la línea en donde otrora corriera más agua que la que se podía observar en la actualidad.
Nos despedimos de nuestro amigo y pusimos rumbo a San Juan, cuyo límite provincial se encuentra cercano y desde donde vienen las aguas envenenadas por la explotación de oro en la que se encuentra asociada el gobernados sanjuanino, y pone en riesgo a la economía lugareña (los pobladores de Santa Clara, montaban guardias para controlar la salud de las aguas que corrían en las acequias).
La Ruta 40 nos volvió a llevar por sus generosos paisajes.