martes, 1 de febrero de 2011

Sanjuaninos

A pocos kms. nos despedimos de La Rioja, con temprana nostálgia, pasamos por el desvío hacia la minera mientras el Gualcamayo nos miraba dolido de tantas perforaciones/ trituraciones/ envenenamientos para muchos y oro para muy pocos.
Cruzamos algunos vados, vimos tramos de la antigua ruta por largos trechos paralela al camino que transitábamos, en tanto el paisaje tornaba a monótono cuando algo paso. La ruta 40 viraba a 90º al Este sobre el Huaco, mientras el rumbo que llevabamos ahora se llamaba ruta 49. Luego de cruzar el badén Huaco, la encrucijada. No esperabamos encontrarnos con una salida/ desvio que se nos ocurrió que era importante, ya que un policía estaba de guardia en una estación. Le preguntamos hacía adónde nos conducía el camino y si había algo importante en su recorrido. Impávido, el representante de San Juan nos dijo que tanto por la Ruta 40 como por el desvío se llegaba a Jáchal, y que el camino era más ríspido y sin nada interesante. Reunión familiar, y ... a ver lo no interesante.
Comenzamos a disfrutar algunas de las cosas que no eran de interés: geoformas con formas de silla (el sillón del Gigante), diquesito y cascaditas sobre el río Huaco, subidas y bajadas con cabritos por doquier, coloridos como los de Miranda, algunos tramos de la trepada fueron por cornisas angostas y caidas abruptas, etc.. Las sierras Huacos contagian alegría por sus coloridos verdes y bermellones (nada importante, todo hermoso).
Y allí estaba. El cartel iluminó mi rostro pero estoy seguro que a mis sobrinos les llamó la atención el que casi gritara: La Ciénaga; por lo que lógicamente tuve que explicar a continuación de qué se trataba. Pense en el policía caminero y su desconocimiento de lo que importa al turismo, o tal vez, sólo de lo poco que le importa a él.
La cuesta, los vallecitos, y a la vuelta de una curva: un mirador.
No nos extrañó encontrarnos con el Maestro Inmortal, estábamos en San Juan. Me pareció que hacía mucho sol y le ofrecí, irreverente, mi sombrero.
Sacamos fotos, estiramos las piernas, y nos brindamos un vistazo al paraíso.

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