sábado, 18 de julio de 2009

Hualfin


Mientras la lluvia comenzó a castigarnos, crecía el miedo a desbarrancarnos o que nos cayeran encima las piedras que se desprenden continuamente de las laderas de la sierra del Hualfín.




Los colores de los paisajes se veían cada vez más particulares, una paleta cromática indescriptible.


Pronto comenzó a despejarse el cielo y entramos a Hualfín por una calle que en verano, época de lluvias, se transforma en un río temporario.

Cargamos combustible en la estación del ACA, sobre la misma ruta 40 y en el km. 883, y disfrutamos de la hospitalidad de quienes nos atendieron. La señora del encargado se mostraba pronta a cocinar para apaciguar el hambre de los recién llegados, mientras nos informaban sobe el camping municipal existente y de sus aguas termales.
Continuamos prontamente, no sin cierto temor por tener que cruzar el río. Pero allá fuimos, camino a El Eje (Km. 341) y tan entusiasmados como ansiosos, por empalmar la ruta 43 camino a la Puna

martes, 14 de julio de 2009

Bajo la Alumbrera - Farallón Negro

Nos internamos en el valle de Yokavil nuevamente, pero esta vez, rumbo al sur. Mi entusiasmo me llevó a predecir que debíamos seguir por el trazado de la vieja ruta y cruzar el río más adelante. Pero mi instinto falló, así que no pudimos vadear el río y debimos retroceder unos cuantos kilómetros antes de encontrar el puente que nos facilitó el acceso a la ciudad de Santa María. De todas maneras el recorrido nos enriqueció con sus poblados de largas y únicas calles. Hicimos noche en Santa María, tras devorar un chivito a la cacerola en una esquina de la plaza, teniendo como espectáculo una boda en la iglesia de La Candelaria. La boda era muy comentada por los mozos, ya que la novia de blanco vestido parece ser que era muy conocida (pueblos chicos, infiernos grandes...).
Al otro día, partimos muy temprano y pronto superamos San José y Punta de Balasto. La Ruta 40 nos sorprendía constantemente, arenales a la izquierda, caminos que se perdían en las montañas de la derecha. Viajábamos paralelo a la vieja ruta, comentando sobre lo heroico de quienes transitaban esos caminos no muchos años ha, cuando apareció el aeropuerto menos esperado.
Por 100 km no habíamos cruzado ninguna autoridad, la ubicación de esta pista paralela a la ruta y justo a la entrada de las minas. Y sin autoridades a la vista, uhmmm (qué cosas saldrían por allí, si alguno, por casualidad, no fuera honesto).
La guardia allí instalada nos cerraba el paso. Los 25 km. que separaban la ruta 40 de la entrada a la Mina Farallón Negro y Bajo La Alumbrera, son considerados privados (privados del control del Estado pero no de los concesionarios).
Miramos la bandera de la mina flameando soberana sobre nuestro propio territorio, pensamos en lo oscuro del negocio minero, recordamos al General Facundo Quiroga y de cómo envió de vuelta al inglés que venía a estudiar la posibilidad de explotar la riqueza de la región (se lo devolvió a B. Rivadavia, desnudo y montado sobre un burro... al revés).
Nuestro humor estaba en consonancia con el cielo. Nos pusimos en marcha; nuesto plan... llegar al mediodia, a Hualfin.

miércoles, 8 de julio de 2009

Más Kilmes









Nos costo salir del sitio Kilmes, por los deseos contenidos de ponernos a excavar en los sitios de cultivo, es decir, más allá de la ciudadela. Fue fácil identificar cómo en la misma ladera, habían canalizado las aguas que bajaban encajonándolas con piedras. Sobre el recorrido de su cauce, afloran, incitándolas a levantarlas, tiestos de cerámica de uso doméstico en su mayoría. En algunas, es posible advertir el trabajo de engove y de adornos.
Teníamos otras imágenes del sitio, tomadas en 1982, cuando la reconstrucción era reciente y seguía dudosos criterios apartados incluso, de las advertencias de los profesionales en arqueología.
No era el único desatino de aquellos tiempos pues apenas una década antes, se había inventado un parque de menhires cerca del El Mollar (Tafi del Valle), sobre la ruta 307. Si bien el fin era que las fálicas piedras no quedaran bajos las aguas al inundarse el valle para la construcción del dique La Angostura, sólo tuvieron en cuenta criterios estéticos y dispusieron las piezas milenarias de acuerdo al paisajista, avalado incluso por la Universidad de Tucumán (dictadura militar mediante).



sábado, 4 de julio de 2009

Ruinas Kilmes

El valle de Yokavil es compartido por las provincias de Salta, Tucumán y Catamarca, y se continúa al norte con el valle Calchaquí propiamente. Desde un extremo a otro del valle, a lo largo de la RN 40, las principales poblaciones que encontramos son Cafayate, Tolombón, Colalao, Quilmes, Fuerte Quemado, Santa María y San José.Estos valles son lo que desde los tiempos de la conquista española se denominaron Valles Calchaquíes, debido al nombre de uno de los más importantes caciques de la zona Don Juan Calchaquí, cuya sede estaba en Tolombón, y quien logró conformar en el s XVII, una de las alianzas más grandes para resistir la invasión española. Por parte del pueblo Quilmes, la rendición la hizo el entonces cacique Martín Iquín: "Capitulose que se les perdonarían las vidas y haciendas, pero con condición que habían de desamparar el valle y ser encomendados a los vecinos en el lugar que les destinase el Gobernador” (Lozano, 1875). La pequeña ciudad con una ciudadela (marka) sita en el cerro Alto del Rey fue destruida por los españoles en 1667, tras oponer una fuerte resistencia durante los siglos XVI y XVII, pero finalmente fueron vencidos por el gobernador de Tucumán, Alonso Mercado y Villacorta. Su resistencia y fama fueron la excusa para ser castigados con la pena del destierro hacia un paraje muy lejano, la mayoría a las costas de Buenos Aires, dando origen luego a la actual ciudad de Quilmes en el Sudeste del Gran Buenos Aires, aunque otros fueron a San Miguel, Córdoba y Santa Fe. Más de 1000 almas según las crónicas deberían superar los más de 1.000 km. que los separaban de su destino, lo que aseguraría no volviesen a su tierra, es decir, aquellos que lograsen superar semejante marcha a pie en calidad de prisionero. Afortunadamente, algunos lograron escapar y se instalaron en cercanías de su antigua ciudad, ubicada hacia las coordenadas: 26°27′50″S, 66°05′20″O , a unos 2000 msnm.
Observamos algunos tiestos, encontramos indicios del lugar de la cocina en algunas de las viviendas y no pudimos dejar de lamentar que el desastre que los militares ocasionaron en el sitio, aún no han sido subsanados. Tras mucho batallar, los descendientes de aquella comunidad indígena logró en el 2007 que se hiciera efectiva la salida del concesionario Héctor Cruz de la explotación de la Ciudadela de los Kilmes. No hubo hasta el momento cambios positivos en la administración sino que por el contrario, hay un saqueo constante del sitio por parte de los visitantes que pueden comprar abiertamente restos de cerámica a los que cobran por ingresar a la ciudadela, sin que se conozca el destino de lo recaudado y sin recibir a cambio boleto o constancia alguna.
Pese a las recomendaciones de los especialistas, las obras del hotel avanzaron hasta integrar en su arquitectura a una gran piedra sagrada.
Nos despedimos de la Huaca tras inmortalizarnos, y ahora...rumbo a la ruta del adobe.

Kilmes

Tras cargar combustible en la pintoresca Amaicha del Valle, ciudad ubicada a 1997 m.s.n.m., nos pusimos en marcha. Admiramos el Observatorio, el Parque de los Cardones y echamos una mirada que ya tenía sabor a melancolía sobre el valle.
Pusimos rumbo a las Ruinas de Kilmes. Quilmes es el nombre de una etnia pazioca (llamados diaguitas por los incas), que en su lengua cacán, significa "entre cerros". Según el Padre Lozano, los kilmes procedían del Norte Chico en Chile y llegaron a los Valles Calchaquíes refugiados ante la expansión del Imperio Inca (Los calchaquíes se preciaban mucho de no haber admitido jamás dominio extranjero, como otros de sus vecinos, ni permitir aun a sus vasallos asentar el pie en sus territorios, en prueba de lo cual se sabe que como los Quilmes vinieron de la parte de Chile a esta de Calchaquí, por no sujetarse a los peruanos [quechuas], que por aquel reino [Chile] daban entonces [los quechuas] a sus conquistas, los recibieron [a los quilmes] los calchaquíes con las armas en la mano y tuvieron con ellos sangrientas guerras, creyendo eran vasallos del Inga [inca ], hasta que enterados que venían fugitivos de su patria por no sujetarse a aquel monarca, celebraron paces y [entonces los calchaquíes] les dieron grata acogida en su país, aplaudiendo su resolución, y después de tiempos, emparentados con ellos, fue esta parcialidad de los Quilmes una de las más famosa de [los Valles Calchaquíes]). Sin embargo, otros historiadores objetan esta procedencia, ya que los incas ya estaban en posesión de los Valles Calchaquíes y del Norte Chico cuando emprendieron la conquista de los valles centrales de Chile, no existiendo además evidencias arqueológicas que lo avalen.